“Lloraba, emocionada, al ser testigo de un probable último adiós lleno de amor y perdón”

Muchos son los profesionales que han vivido en directo las miles de historias detrás de un paciente Covid. Pero no solo los pacientes y sus familias han necesitado de apoyo, compañía y contención, sino que también quienes se sienten responsables de aportar no solo con profesionalismo, sino que también con su calidad humana, a la recuperación de cada persona que pasa por esas camas, y a la superación de esta pandemia.

En este contexto, hoy le invitamos a conocer a la Enfermera jefa de la UCI del Hospital Metropolitano, Natalia Troncoso, quien es la creadora de un plan de preparación al personal de enfermería para la UCI de dicho centro asistencial.

Natalia ¿qué ha significado para usted estar en contacto directo con pacientes COVID?

En un principio, me daba mucho miedo contagiarme o contagiar a mi familia. Era un mundo desconocido y tuve que cambiar acciones de la vida diaria para poder compatibilizar el trabajo y la familia, como usar zapatos exclusivos para el hospital, llegar directo a la ducha antes de saludar a mis hijos o a mi esposo, dejar de ver a nuestras familias por un largo periodo de tiempo.

En cuanto a la labor de enfermería, me pude desarrollar en plenitud, pues había tanto por hacer en un hospital que recién abría sus puertas, desde limpiar muebles hasta atender pacientes en riesgo vital. Tuve que estudiar mucho y ayudar a mis colegas en su crecimiento.

Yo siempre trabajé en Urgencias, con pacientes igual de graves, con ventilación mecánica e invadidos para monitorización continua, pero su estadía en la urgencia no superaba los 2 días y se iban a la unidad de cuidados intensivos. En la UCI, en cambio, la dinámica es distinta; el seguimiento de los tratamientos y la evolución de cada paciente, era distinta; la dinámica y la rutina no la conocía y se fue formando en el camino, todos la construimos.

Recuerdo la primera vez que despertamos a un paciente porque ya se había recuperado. Fue tan emocionante ver su cara y sus ojos húmedos, llenos de agradecimiento. Recuerdo que tome su mano y lloramos juntos. Días después, este paciente me dijo que cuando estaba sedado e intubado escuchaba mi voz cuando entraba a hacer procedimientos. Me dijo gracias por darle ánimo y cantarle mientras lo movía. Yo lo hacía de corazón, sin saber si podía escucharme o recordarlo. Comenté esa experiencia con mis colegas y todos lo replicaron.

Nos encariñamos mucho con los pacientes ya que sabíamos de sus historias, de sus familias, y queríamos que todos volvieran a sus casas.

Recuerdo un paciente que estuvo muy grave y durante 3 semanas esperábamos el momento de su fallecimiento, ya que tenía falla multiorgánica y sus probabilidades de vida parecían nulas. La familia lo visitaba y en vez de despedirse oraban afuera de su habitación. Me daba mucha pena por ellos, pero entendía su dolor. Un día llegué a turno y el paciente estaba despierto y me levantó su mano para saludarme… nadie podía creer que, de un día para otro, se recuperara así y ahora él está en su casa gracias a la fe de su familia.

Esas experiencias me marcaron muchísimo, puesto que no las había vivido en la urgencia, dado que es un lugar de paso y pocas veces me enteraba de qué había sido de los pacientes después de que se habían ido. No me alcanzaba a encariñar de ningún paciente y, por protección emocional, lo prefería así. Acá me solté como persona y di más que mis conocimientos y habilidades. Les entregué mucho amor a ellos y a sus familias cuando tenía oportunidad de conocerlas.

En el emotivo discurso que dio al país en abril de este año desde La Moneda usted dijo: “me ha tocado prometer a hijos que estaré al lado de su madre en el momento de su muerte” ¿considera que es uno de los momentos más difíciles a la hora de tratar con las familias de pacientes graves?

Por supuesto que sí. Yo me pongo en el lugar de esas familias y si fuera mi madre la que está en esa camilla no me gustaría que muriera sola. Juré cuidar hasta el final de la vida y el proceso de muerte no tiene por qué ser en soledad. Lamentablemente, las familias no pueden estar en el hospital por el contexto de pandemia y nosotros nos convertimos en las familias de nuestros pacientes.

También viví momentos difíciles antes de intubar a los pacientes que necesitaban ventilación mecánica. Mientras preparaba los materiales y medicamentos que usaríamos, me daba el tiempo de explicarles lo que iba a sucederles, lo que pasaría mientras estuvieran dormidos y me comprometía a que los cuidaríamos y haríamos todo para que se recuperaran.

En esos momentos en que no saben si volverán a despertar, algunos pacientes lloraban y me pedían últimas voluntades o que les dijera algo importante a sus familias. Un par de veces, al sentir su angustia, les hice una videollamada para que pudieran hablar con sus seres amados… y esas fueron las últimas palabras que dijeron varios pacientes y la familia al menos quedaba tranquila ya que pudieron despedirse. Mientras sucedían estas situaciones previas a la intubación se me apretaba la guata y también lloraba, emocionada, al ser testigo de un probable último adiós lleno de amor y perdón.

También hubo otros pacientes mucho más prácticos, que daban instrucciones de dónde estaba alguna plata o qué hacer con el negocio familiar.

Miles de familias y amigos han perdido un ser querido con esta pandemia. Pero, los profesionales de la salud también han sufrido desde la otra parte esta realidad: por los tratos injustos, por no poder estar con sus familias, por el riesgo de pasar de ser enfermera o médico a paciente contagiándose de COVID, porque quizá también perdieron un ser querido, y tantos otros puntos ¿Cómo se contiene a un equipo de trabajo en momentos difíciles de angustia, miedo, cansancio extremo y estrés, considerando que deben seguir en pie y trabajando?

En mi caso, cuando vivíamos momentos difíciles reunía a mi equipo y hacía una pausa para que cada uno pudiera expresar sus sentimientos, los fortalecía haciéndoles ver los buenos momentos, lo que hacíamos bien, que vieran el crecimiento que habían obtenido con esos momentos difíciles… en general, les hice ver el lado positivo en cada momento difícil.

Confieso que cuando se iba la jefa del servicio ponía música y alentaba a que trabajáramos alegres, hacía refuerzo positivo, premiaba y felicitaba cada logro de cada uno de los integrantes de mi grupo. Esto hacía que se empoderaran de su rol, entonces eso se tornó una dinámica de equipo, apoyarse en todo momento. La organización del grupo era muy importante para disminuir el estrés y la carga laboral, así sólo nos estresaríamos por cosas importantes.

En ese contexto ¿cuál ha sido su principal papel como Enfermera jefa de la UCI del Hospital Metropolitano?

Desde que asumí el cargo de jefa de un servicio quise continuar con la misma dinámica que tenía cuando era enfermera clínica y jefa del turno. Quise que el servicio tuviera mi sello, que cada persona trabajara en su estilo, pero siguiendo lineamientos organizacionales. Como jefa del servicio me dediqué mucho a capacitar, supervisar, liderar, motivar. Recuerdo que muchos lloraron sintiendo que no eran capaces de poder atender a pacientes tan graves. En esos momentos tuve que alentarlos y hacerles ver que sí podían, acompañarlos en el proceso y sacarles todo el potencial que no sabían que tenían. Muchas veces me quedé durante las noches a acompañar a los colegas para que se sintieran seguros de tener a quien recurrir en caso de dudas. También me quedaba para enseñarles cosas, ya que durante el día tenía mucho trabajo administrativo. Inventé un acompañamiento de enfermeros con más experiencia para que pudieran acompañar a los nuevos y les llamé “enfermeros coach”. Afortunadamente, la Dirección autorizó este puesto por los primeros 2 meses y ellos fueron mis aliados en la travesía de enseñar y acompañar durante las 24 horas a todos los turnos.

Es muy hermoso ver cómo han crecido mis colegas enfermeros que llegaron con miedos e inseguridades y hoy los veo tremendos profesionales. Siento que pulir diamantes en bruto fue mi principal papel como jefa de la UCI.

¿Y el principal desafío?

Bueno, yo tengo preparación en aspectos de dirección y coordinación. Modestamente, creo que poseo un liderazgo innato, por lo que en ese sentido no fue difícil. Lo que me costó al principio fue darme cuenta que era el nexo entre mi servicio y el resto del hospital, conseguir la ropa en ropería, los materiales estériles, los insumos con bodega, los equipos médicos, temas de recursos humanos… en general, tener que conocer a los encargados de todos los servicios de apoyo, saber a quién solicitar las cosas y coordinarme con todo el hospital para que mi servicio funcionara correctamente. Tener que sentarme en una oficina a escribir correos, agendar reuniones, escribir informes. Hubo momentos en que me sentí abrumada por el trabajo de oficina, sentía que extrañaba la atención de pacientes y que quizás la oficina no era lo mío, pero me daba cuenta de que el servicio dependía de mis gestiones y, más allá de que me gustara o no estar haciendo esas gestiones, debía velar por mucho más. Me di cuenta de que mi trabajo es demasiado importante.

Lo que sí, cuando lamentablemente escuchaba desde mi oficina que había un paciente en paro, corría a cada reanimación, tanto para salvar esa vida como para liderar al grupo y mostrarles cómo se realiza una verdadera reanimación organizada. Por fortuna, siempre salvamos a los pacientes y eso me hizo darme cuenta de que no he perdido mi toque de enfermera clínica.

Usted está desarrollando un plan de preparación al personal de enfermería para la UCI del Hospital Metropolitano ¿en qué consiste esta capacitación? ¿cuál es el principal objetivo?

El principal objetivo es formar enfermeros en el manejo de pacientes críticos. Desarrollé una idea llamada “Enfermeros enseñando a Enfermeros” donde priorizamos brindar apoyo y conocimiento de una manera respetuosa y amigable. En general, es sabido que el gremio de enfermería es algo hostil e, incluso, ha habido casos extremos de suicidios por malos tratos, por lo que desde un inicio quise que mi servicio fuera diferente en cuanto al trato entre colegas y que el ambiente laboral fuera el mejor. Trabajar en un servicio crítico ya es bastante estresante como para agregar un mal ambiente laboral.

El programa que desarrollé tiene algunas etapas:

La primera consiste en la observación, realizar turnos acompañados de enfermeros con experiencia, permitiendo realizar procedimientos siempre supervisados. La segunda etapa consiste en el desarrollo del pensamiento crítico, en la cual deben acompañar en todas las visitas multidisciplinarias y realizar análisis de casos de todos los pacientes, de manera de que puedan aprender de tratamientos y manejos específicos. Se revisan e interpretan los exámenes y en estas visitas diarias participan varios profesionales del hospital, como kinesiología, químicos clínicos, nutricionistas, terapeutas ocupacionales. El enfermero y el medico a cargo del paciente presentan el caso y todos aportan con sus conocimientos. En estas visitas se puede aprender muchísimo de todos los profesionales, ya que se aborda al paciente en su totalidad y se toman las mejores decisiones. Es un momento de mucho aprendizaje para abordar desde distintos puntos de vista, lo que hace crecer el pensamiento crítico. En esta misma etapa realizamos capacitaciones de ventilación mecánica, medicamentos vasoactivos, sedaciones, reanimación, nutrición, monitoreo multiparámetros, manejo metabólico, manejo de terapias, manejo de shock, rutina de UCI, entre otros temas. Y en la tercera etapa el enfermero comienza a tener a cargo progresivamente pacientes, también acompañado y supervisado por un compañero de turno, de manera que se sienta seguro y empoderado de su rol.

Quise dar prioridad a enfermeros sin experiencia, ojalá recién egresados, ya que a éstos no se les da en ningún otro lugar (que al menos yo sepa). Los recién egresados tienen menor oportunidad de entrar a una UCI y quise marcar la diferencia. Yo estudié y me preparé en el manejo de pacientes en riesgo vital como enfermera emergencista y reanimadora, luego hice cursos de pacientes críticos y golpeé muchas puertas para poder trabajar en estas unidades complejas, no pudiendo entrar a una UCI hasta que llegué al Hospital Metropolitano. Esta institución brinda muchas oportunidades de crecimiento para quien lo desea, muestre interés y se desarrolle con excelencia. Creo que ése ha sido mi caso y el de muchos otros que han crecido acá, por lo tanto quiero continuar haciendo un legado importante y contribuir tanto con el desarrollo de este hospital como el de personas a mi cargo.

¿Qué mensaje le gustaría transmitir a los profesionales de la salud que hoy están leyendo esta entrevista?

Que el trabajo deja de ser una obligación cuando te apasiona. Si crees que ya no te gusta, pregúntate qué cosas te están haciendo tener ese pensamiento y mejora la situación. Piensa en qué te motivó, en los momentos bellos que has vivido y en lo importante que eres para muchos y no lo sabes.

Formen lazos y mejoren el ambiente en sus lugares de trabajo. Pasamos la mitad de nuestras vidas en turno, hagan que sea genial y disfrútenlo. Con orgullo puedo decir que en mi servicio todos vienen con gusto a trabajar, que de verdad se levantan con ganas porque saben que se encontrarán con la segunda familia, que aprenderán algo nuevo y que lo pasarán bien, a pesar de cualquier adversidad.

Recuerden que todos llegamos sin saber muchas cosas y que los nuevos colegas llegan con inseguridades. Nada cuesta ser amables, darles la bienvenida con entusiasmo, invitarles un café y conocerlos.

¡Fortalezcamos a nuestro gremio! Traten a sus colegas como les gustaría que fueran tratados ustedes, enseñen con la paciencia y amor que les gustaría que tuvieran con ustedes, ayuden en la seguridad y empoderamiento de los compañeros, hagan refuerzo positivo, construyan buenos equipos, no pierdan la motivación por nada ni nadie, siempre hablen bien de los colegas ya que eso hablara mejor de ustedes y nuestro gremio. Si algo no te gustó o algo hizo mal, díselo en forma personal, en privado y con el objetivo de que el o la colega se retroalimente y mejore. No sacamos nada con hablar mal del otro a sus espaldas ya que no se enterará nunca y, por lo tanto, no tendrá oportunidad de crecimiento. ¡Seamos los mejores colegas! Sobre todo si no tuvimos esa buena experiencia.

Sigan estudiando, perfeccionándose y atrévanse a salir de la zona de confort, vivan nuevas experiencias ya que todo contribuirá a su crecimiento. La enfermería es el arte de cuidar, ¡demuéstrenlo cada día de sus vidas!

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