Ekaterina Podnebesnova
Managing Director Argentina, Chile, Uruguay en Siemens Healthineers
Tres años después de coexistir con una enfermedad infecciosa con alcances de proporciones mundiales, nos sorprendimos con el anuncio de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre el fin de la pandemia. Una muy buena noticia, sin duda, pero también una oportunidad para reflexionar sobre las lecciones que nos deja.
Una de ellas fue el trabajo en red del sistema de salud público y privado para responder a la crisis sanitaria mediante la disposición de camas UCI y UTI, respiradores mecánicos y otras soluciones ejecutadas por equipos interdisciplinarios y colaborativos, con orientación hacia la labor conjunta.
Esa misma voluntad fue la que motivó grandes avances en áreas como la atención domiciliaria y la telemedicina, ésta última además de verse fuertemente impulsada a causa de la contingencia, se invistió de un gran valor al facilitar el acceso a la atención médica en un país con una geografía tan particular y extrema como la de Chile.
Los laboratorios hicieron lo propio buscando mecanismos para el diagnóstico del Covid-19, y soluciones para prevenir el riesgo de contagio y pérdidas humanas. Esta innovación se sumó a los grandes esfuerzos por dar con una vacuna contra la enfermedad, y refleja la destacable labor de expertos, especialistas y equipos de salud de todo el mundo para contribuir al bienestar de la comunidad.
Pero sin duda que una de las herramientas que jugó un rol clave en esta pandemia a nivel mundial, fue la Inteligencia Artificial, ya que permitió realizar estudios clínicos sobre sistemas de predicción y diagnóstico de COVID-19, ayudando además en una adecuada gestión de los recursos disponibles en el sistema de salud.
En ese sentido, lo importante es también tomar ciertas precauciones, sobre todo por el impacto que tendrá esta tecnología en el futuro. Basta considerar que, durante 2020, en pleno período de pandemia, la OCDE[1] informó que la Unión Europea hizo un llamado al sector público y privado para aumentar las inversiones en IA en al menos $20 millones de euros, pidiendo que $1.500 millones de euros se destinaran a fondos de investigación. Por lo mismo, la Organización Mundial de la Salud (OMS)[2] pidió a todas las naciones, usar esta herramienta con transparencia y ética.
Hoy nuestro desafío es seguir trabajando para generar un impacto positivo en las personas desde la ciencia y tecnología, y proponernos nuevos objetivos para ir siempre un paso delante de manera que hagamos frente a futuras eventualidades. Y porque no, el día de mañana, tener la posibilidad de predecir la aparición de una nueva pandemia para adoptar las medidas adecuadas que permitan contenerla.